Breve introducción a los jardines de piedra japoneses
Explora sus raíces zen, descubre el simbolismo que esconden estos serenos paisajes y aprende a diseñarlos.
Caracterizados por formaciones rocosas que imitan el paisaje acuático y otros elementos naturales, los karesansui –que significa literalmente ‘paisaje seco’– o jardines de piedra, son el epítome de la jardinería japonesa. Conocidos también como ‘jardines zen’ fuera de Japón, tienen una larga historia que se remonta al siglo XII.
Pese a ser fieles a sus orígenes y su simbolismo, los jardines de piedra de hoy en día no son copias estancadas de la arquitectura paisajística tradicional, sino una expresión en constante evolución del pensamiento zen que podemos encontrar en muchos lugares: desde los alrededores de los templos hasta los museos, pasando por las viviendas modernas. Descubre los orígenes de estos sosegados paisajes que incitan a la reflexión e inspírate para crear el tuyo.
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Pese a ser fieles a sus orígenes y su simbolismo, los jardines de piedra de hoy en día no son copias estancadas de la arquitectura paisajística tradicional, sino una expresión en constante evolución del pensamiento zen que podemos encontrar en muchos lugares: desde los alrededores de los templos hasta los museos, pasando por las viviendas modernas. Descubre los orígenes de estos sosegados paisajes que incitan a la reflexión e inspírate para crear el tuyo.
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Las enseñanzas zen
El primer factor fue la difusión del pensamiento zen por todo Japón. Esta escuela de budismo se adoptó de China y se fue extendiendo por todo Japón desde el periodo Kamakura hasta el periodo Edo (esto es, desde finales del siglo XII hasta principios del XVI).
El primer jardín de piedra se creó en el templo zen Saihō-ji de Kyoto, obra del famoso monje y jardinero Musō Soseki, cuyos trabajos son una pieza esencial en la historia de la jardinería japonesa. A Musō se le encargó reconstruir dicho templo, anteriormente dedicado a la escuela de budismo de la Tierra Pura y ahora prácticamente abandonado, y convertirlo en un templo Zen. La reconstrucción supuso numerosos cambios, entre ellos las distintas modificaciones del jardín. Musō decidió crear un jardín de piedra como rincón para que los monjes practicaran la doctrina zen: las rocas ocupan un lugar especial en el pensamiento zen como expresión de la fuerza de la naturaleza, y una práctica zen implica la contemplación de las rocas como una forma de tomar conciencia de lo invisible.
El bonkei y el sansui-ga
El segundo factor que condujo al desarrollo del jardín de piedra actual fue la influencia de las formas del arte bonkei y sansui-ga. El bonkei, o “paisaje en bandeja”, es la práctica de disponer arena, piedras y plantas en miniatura en una bandeja para producir una réplica en miniatura de un paisaje natural. Del bonkei surgió la famosa tradición japonesa de los bonsáis. Estas bandejas se solían exhibir en las celebraciones domésticas a modo de decoración de interiores. El sansuiga, por otra parte, era un estilo de pintura paisajística muy popular entre los monjes zen. Ambos estilos influenciaron la estética y el estilo de la composición de los jardines de piedra.
El primer factor fue la difusión del pensamiento zen por todo Japón. Esta escuela de budismo se adoptó de China y se fue extendiendo por todo Japón desde el periodo Kamakura hasta el periodo Edo (esto es, desde finales del siglo XII hasta principios del XVI).
El primer jardín de piedra se creó en el templo zen Saihō-ji de Kyoto, obra del famoso monje y jardinero Musō Soseki, cuyos trabajos son una pieza esencial en la historia de la jardinería japonesa. A Musō se le encargó reconstruir dicho templo, anteriormente dedicado a la escuela de budismo de la Tierra Pura y ahora prácticamente abandonado, y convertirlo en un templo Zen. La reconstrucción supuso numerosos cambios, entre ellos las distintas modificaciones del jardín. Musō decidió crear un jardín de piedra como rincón para que los monjes practicaran la doctrina zen: las rocas ocupan un lugar especial en el pensamiento zen como expresión de la fuerza de la naturaleza, y una práctica zen implica la contemplación de las rocas como una forma de tomar conciencia de lo invisible.
El bonkei y el sansui-ga
El segundo factor que condujo al desarrollo del jardín de piedra actual fue la influencia de las formas del arte bonkei y sansui-ga. El bonkei, o “paisaje en bandeja”, es la práctica de disponer arena, piedras y plantas en miniatura en una bandeja para producir una réplica en miniatura de un paisaje natural. Del bonkei surgió la famosa tradición japonesa de los bonsáis. Estas bandejas se solían exhibir en las celebraciones domésticas a modo de decoración de interiores. El sansuiga, por otra parte, era un estilo de pintura paisajística muy popular entre los monjes zen. Ambos estilos influenciaron la estética y el estilo de la composición de los jardines de piedra.
La evolución
Así pues, estos dos factores hicieron que el jardín de piedra evolucionara hasta cobrar las distintas formas que conocemos hoy en día. El estilo actual también encaja a la perfección con la aparición de la estética wabi-sabi, que representa la apreciación de lo imperfecto o lo incompleto. Como consecuencia, se empezaron a diseñar jardines de piedra fuera de los templos zen, ya que incluso los samurái y los comerciantes comenzaron a crear los suyos propios. Sin embargo, hacia el siglo XVIII, en pleno periodo Edo (1603-1867), los jardines naturalistas que preferían las plantas y la vegetación cobraron protagonismo durante un tiempo, por lo que el número de jardines de piedra se redujo notablemente.
No obstante, resurgieron en el período Showa (siglo XX), cuando Mirei Shigemori, jardinero e historiador de jardines, diseñó más de 200 jardines de piedra. A pesar de seguir las reglas tradicionales de la disposición de las piedras, sus jardines no eran meras imitaciones: en ellos combinaba la estética moderna y sus propias innovaciones con las formas más tradicionales.
Así pues, estos dos factores hicieron que el jardín de piedra evolucionara hasta cobrar las distintas formas que conocemos hoy en día. El estilo actual también encaja a la perfección con la aparición de la estética wabi-sabi, que representa la apreciación de lo imperfecto o lo incompleto. Como consecuencia, se empezaron a diseñar jardines de piedra fuera de los templos zen, ya que incluso los samurái y los comerciantes comenzaron a crear los suyos propios. Sin embargo, hacia el siglo XVIII, en pleno periodo Edo (1603-1867), los jardines naturalistas que preferían las plantas y la vegetación cobraron protagonismo durante un tiempo, por lo que el número de jardines de piedra se redujo notablemente.
No obstante, resurgieron en el período Showa (siglo XX), cuando Mirei Shigemori, jardinero e historiador de jardines, diseñó más de 200 jardines de piedra. A pesar de seguir las reglas tradicionales de la disposición de las piedras, sus jardines no eran meras imitaciones: en ellos combinaba la estética moderna y sus propias innovaciones con las formas más tradicionales.
El simbolismo
Los jardines de piedra están llenos de simbolismo. Muchos reflejan la cultura zen y las antiguas filosofías de origen chino. Es primordial saber entender su significado para poder apreciar plenamente la belleza de estos jardines.
Es común encontrar en los jardines la llamada horai-jima, una representación de la isla inalcanzable de los inmortales, que forma parte de la mitología china. En el jardín que observamos en la imagen se corresponde con las piedras más altas. Las tsuru-jima (“islas de las grullas”) y las kame-jima (“islas de las tortugas”), que simbolizan la longevidad, se suelen disponer en su entorno inmediato.
Otro elemento que vemos a menudo en estos jardines son unas piedras pequeñas que representan los “barcos del tesoro”, símbolos de la suerte y la prosperidad. Suelen estar dispuestas de manera que uno de sus extremos señale hacia la isla de los inmortales, ya que o bien se dirigen a esta para reclamar sus tesoros o van ya de regreso a casa con el botín. Su carga se representa mediante su altura sobre las olas dibujadas en la arena.
Otro conocido símbolo zen es la ryumon-baku o “cascada de la puerta del dragón”, que nace de una leyenda china sobre una catarata con el mismo nombre ubicada en el río Amarillo. Según narra la mitología, cualquier carpa –una especie que apenas puede saltar– que logre escalar la cascada se convertirá inmediatamente en dragón y surcará los cielos. Este es también el origen de los icónicos koinobori japoneses (las famosas banderas con forma de carpa). Las doctrinas zen utilizan esta historia para explicar la actitud que un practicante debe adoptar para alcanzar la iluminación.
En la imagen a continuación, la arena simboliza el río Amarillo; las ondas representan la cascada y la roca que parece emerger de ellas, la carpa. Este símbolo tiene cabida también en el jardín del templo Saihō-ji, donde se convierten en un lugar en el que sentarse a meditar.
► No te pierdas la sección ‘Jardines’ de la revista
Los jardines de piedra están llenos de simbolismo. Muchos reflejan la cultura zen y las antiguas filosofías de origen chino. Es primordial saber entender su significado para poder apreciar plenamente la belleza de estos jardines.
Es común encontrar en los jardines la llamada horai-jima, una representación de la isla inalcanzable de los inmortales, que forma parte de la mitología china. En el jardín que observamos en la imagen se corresponde con las piedras más altas. Las tsuru-jima (“islas de las grullas”) y las kame-jima (“islas de las tortugas”), que simbolizan la longevidad, se suelen disponer en su entorno inmediato.
Otro elemento que vemos a menudo en estos jardines son unas piedras pequeñas que representan los “barcos del tesoro”, símbolos de la suerte y la prosperidad. Suelen estar dispuestas de manera que uno de sus extremos señale hacia la isla de los inmortales, ya que o bien se dirigen a esta para reclamar sus tesoros o van ya de regreso a casa con el botín. Su carga se representa mediante su altura sobre las olas dibujadas en la arena.
Otro conocido símbolo zen es la ryumon-baku o “cascada de la puerta del dragón”, que nace de una leyenda china sobre una catarata con el mismo nombre ubicada en el río Amarillo. Según narra la mitología, cualquier carpa –una especie que apenas puede saltar– que logre escalar la cascada se convertirá inmediatamente en dragón y surcará los cielos. Este es también el origen de los icónicos koinobori japoneses (las famosas banderas con forma de carpa). Las doctrinas zen utilizan esta historia para explicar la actitud que un practicante debe adoptar para alcanzar la iluminación.
En la imagen a continuación, la arena simboliza el río Amarillo; las ondas representan la cascada y la roca que parece emerger de ellas, la carpa. Este símbolo tiene cabida también en el jardín del templo Saihō-ji, donde se convierten en un lugar en el que sentarse a meditar.
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Diseños que imitan el agua
Los patrones que forman ondas en la arena simbolizan las olas que crea el agua y se denominan samon (“ondulaciones en la arena”). Este elemento proviene de la tradición originaria de la era Heian (794-1192) de cubrir los espacios sagrados con arena blanca. Bajo la influencia del bonkei, se empezaron a trazar ondas en esta arena para representar el agua.
Estos jardines emplean diferentes patrones para recrear todo tipo de superficies acuáticas, desde grandes olas hasta simples ondas superficiales. Aunque las piedras grandes son generalmente los elementos más llamativos, también podemos deleitarnos contemplando los patrones de la arena y tratando de adivinar qué clase de aguas representan.
El encargado de dibujar estos patrones suele ser un sacerdote local, y para ello utiliza un rastrillo o una escoba. Se cuenta, de hecho, que Musō no dejaba ni una mota de polvo en su jardín. Según él, el hábito de barrer el jardín sirve para limpiar la mente de pensamientos mundanos, del mismo modo que dibujar ondas en la arena ayuda a calmar y purificar la mente.
► Encuentra inspiración entre fotos de jardines
Los patrones que forman ondas en la arena simbolizan las olas que crea el agua y se denominan samon (“ondulaciones en la arena”). Este elemento proviene de la tradición originaria de la era Heian (794-1192) de cubrir los espacios sagrados con arena blanca. Bajo la influencia del bonkei, se empezaron a trazar ondas en esta arena para representar el agua.
Estos jardines emplean diferentes patrones para recrear todo tipo de superficies acuáticas, desde grandes olas hasta simples ondas superficiales. Aunque las piedras grandes son generalmente los elementos más llamativos, también podemos deleitarnos contemplando los patrones de la arena y tratando de adivinar qué clase de aguas representan.
El encargado de dibujar estos patrones suele ser un sacerdote local, y para ello utiliza un rastrillo o una escoba. Se cuenta, de hecho, que Musō no dejaba ni una mota de polvo en su jardín. Según él, el hábito de barrer el jardín sirve para limpiar la mente de pensamientos mundanos, del mismo modo que dibujar ondas en la arena ayuda a calmar y purificar la mente.
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Los jardines de piedra en los hogares modernos
Este tipo de jardines han experimentado un auge en los últimos años y son populares en todo el mundo. Curiosamente, donde menos suelen verse es en Japón.
Diseñar un jardín de piedra no es una tarea tan compleja. ¿Por qué no animarte entonces a crear un lugar acogedor en el que descansar de tu ajetreada vida y calmar tu alma? No debes preocuparte por romper las reglas que la tradición establece: estos jardines están destinados a cambiar con el paso del tiempo y no tienen que ser copias de los jardines históricos.
► Descubre todo lo que hay que saber sobre el jardín de té japonés
Este tipo de jardines han experimentado un auge en los últimos años y son populares en todo el mundo. Curiosamente, donde menos suelen verse es en Japón.
Diseñar un jardín de piedra no es una tarea tan compleja. ¿Por qué no animarte entonces a crear un lugar acogedor en el que descansar de tu ajetreada vida y calmar tu alma? No debes preocuparte por romper las reglas que la tradición establece: estos jardines están destinados a cambiar con el paso del tiempo y no tienen que ser copias de los jardines históricos.
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Aunque este jardín no cuenta con una compleja distribución de piedras, destaca por sus ondulaciones en la arena, un elemento esencial en la cultura del jardín de piedra. El patrón que forman se representa mediante unas pequeñas baldosas colocadas sobre la arena, lo que lo convierte en un jardín de fácil mantenimiento, ya que las líneas no necesitan dibujarse manualmente cada dos por tres. En lugar de piedras, presenta una ligera pendiente que aporta cierto volumen al jardín y se inspira en la propia naturaleza. Se han plantado árboles a su alrededor de la misma forma que podrían crecer en un bosque, lo que contribuye proporcionar un aspecto natural al jardín.
Es posible crear paisajes de gran belleza, incluso en espacios reducidos, utilizando únicamente piedras y farolillos. Los rincones en los que las piedras simbolizan estanques se llaman kareike o “estanques secos”. Una de sus grandes ventajas es que son más fáciles de mantener que los estanques de agua. Si, además, plantamos alrededor especies vegetales propias de las orillas de los ríos o los lagos, como los cálamos aromáticos, su apariencia es aún más convincente.
Sencillos, sin lujos ni ostentación, los jardines de piedra irradian un encanto irresistible. Estos espacios, que se han empleado durante siglos para poner en práctica la doctrina zen, pueden ser precisamente lo que necesitamos en la actualidad para recordarnos la importancia de dar un respiro puntual y reflexionar sobre nuestras ajetreadas vidas.
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La descripción más antigua hasta ahora conocida de estos jardines se encuentra en el Sakuteiki, un manual japonés de jardinería escrito a finales del siglo XI. En él se recoge el siguiente extracto: “Un jardín de piedras estratégicamente dispuestas que no tenga ni un estanque ni un arroyo se denominará ‘jardín de paisaje seco’ y representará un paisaje natural repleto de agua sin la presencia real de este elemento”.
No sabemos con certeza el aspecto que tendría este tipo de jardín entonces, ya que no ha sobrevivido ninguno originario de los últimos años del período Heian. Sin embargo, las prácticas de jardinería posteriores recibieron una gran influencia de la filosofía zen, todavía no muy extendida en Japón en el momento en que se escribió el Sakuteiki. Por tanto, los jardines que describe podrían ser muy diferentes a los modernos. Aun así, es evidente que la característica esencial de un jardín de piedra, es decir, la idea de “ver” agua en un paisaje seco, ya estaba presente.