Fachada Carbajal

Sin vida que la habite, la arquitectura no posee distinción palpable de un cumulo de materiales apilados. Sin pasión, se convierte en frialdad volumétrica. Sin ojos que la admiren, la definan y la entiendan, se apaga y se vuelve extensión de la cotidianidad. En cambio por estos detalles, ella otorga armonía, calma, se vuelve un hito de serenidad.