Arquitectura: Disfrutar de las encinas y la puesta del sol
Disfrutar de la naturaleza era fundamental para los dueños, que encargaron su sueño al estudio Murado & Elvira.
Un entorno natural donde poder pasar temporadas de relax era fundamental para los dueños de esta vivienda en una zona con árboles frutales, y rodeada de explotaciones ganaderas, en un encinar en la provincia de Badajoz. La idea es poder cerrar completamente el inmueble cuando no haya nadie y abrirlo al paisaje cuando esté ocupado. A partir de esta premisa, los autores, el estudio Murado & Elvira, han proyectado una vivienda singular perfectamente integrada en el paisaje.
Juan Elvira y Clara Murado, ambos con un máster en Arquitectura por la Universidad de Columbia, en Nueva York, crearon un sistema de seguridad y de adaptabilidad y confort de toda la residencia por medio de unas puertas correderas instaladas alrededor de la casa que protegen del sol en los duros meses de verano y que proporcionan zonas de sombras según la posición de las mismas. Además, sirven de sistema de seguridad del inmueble, ya que, aunque el exterior es de madera, cuenta con una estructura de acero por dentro que aporta mucha resistencia a las puertas.
“Los dueños querían tener una casa con grandes ventanales, muy abierta al exterior pero también tener la posibilidad de dejarla bien cerrada cuando no estuvieran, por eso pensamos en este sistema de correderas”, afirma Juan Elvira, uno de los creadores y fundadores del estudio encargado de diseñar el inmueble.
Gracias a las lamas de madera regulables que cubren el exterior de estas puertas correderas, la casa disfruta de un alto nivel de confort. Con el diferente grado de apertura de las mismas, los propietarios pueden generar zonas de sombra en puntos clave de la parcela, como la zona de la piscina, donde ahora hay instaladas unas hinchables para que los niños puedan refrescarse en verano.
Gracias a las lamas de madera regulables que cubren el exterior de estas puertas correderas, la casa disfruta de un alto nivel de confort. Con el diferente grado de apertura de las mismas, los propietarios pueden generar zonas de sombra en puntos clave de la parcela, como la zona de la piscina, donde ahora hay instaladas unas hinchables para que los niños puedan refrescarse en verano.
“La casa tiene dos ventajas. En verano es muy agradable tener las correderas bastante cerradas para tener la casa en sombra y que el fresco quede ahí retenido. Por otro lado, cuando se abren las correderas dan sombra a otras zonas, como el ámbito rodeado por la estructura metálica que queda más protegido. Esa zona albergará la piscina en el futuro. Completamente abiertas, las correderas aportan sombra para ese espacio de juegos y de agua”.
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Juan Elvira insiste en que este sistema tiene una doble funcionalidad que otorga a la casa un grado de bienestar único: “Las correderas no sólo sirven para abrir y cerrar la casa de una manera eficaz sino que también tienen un cometido de atemperamiento climático y casi de hacer usables zonas que hay alrededor de la propia casa”.
Además, toda la residencia es exterior, de manera que se puede acceder al entorno natural formado por los propios árboles preexistentes que protegen del sol, desde cualquier estancia. “Desde los dormitorios si dejas abierta la corredera y quitas la mosquitera puedes salir fuera, todas tienen contacto con el exterior”.
El proyecto se adapta completamente al entorno natural, como si fuera una prolongación de éste, respetando la disposición de los alcornoques y encinas que la rodean, creando un equilibrio con el paisaje.
Además, toda la residencia es exterior, de manera que se puede acceder al entorno natural formado por los propios árboles preexistentes que protegen del sol, desde cualquier estancia. “Desde los dormitorios si dejas abierta la corredera y quitas la mosquitera puedes salir fuera, todas tienen contacto con el exterior”.
El proyecto se adapta completamente al entorno natural, como si fuera una prolongación de éste, respetando la disposición de los alcornoques y encinas que la rodean, creando un equilibrio con el paisaje.
Los propietarios deseaban además una casa desde la que pudieran ver el sol de poniente y el fuego de la chimenea simultáneamente. Por ello, Juan Elvira y Clara Murado instalaron unos grandes ventanales en el salón donde se puede disfrutar de esas magníficas vistas y que conectan directamente con la naturaleza. Este ventanal tiene la suficiente profundidad para que no penetre en la casa el sol más agresivo del oeste. Por ello su orientación pretende dejar entrar el sol de final del día, mucho más suave y agradable, a través de las encinas. Una pared blanca recibe esta fuente de luz cálida anaranjada y la proyecta por toda la estancia creando un clima mágico.
El gran ventanal del salón comunica directamente con el porche generando una continuidad espacial a través del suelo, que es el mismo tanto en el interior como en el exterior. Además, este porche cuenta con el mismo sistema de puertas correderas con lamas de madera para protegerlo del calor y así crear un espacio acogedor donde poder disfrutar e interaccionar con el entorno natural.
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En su interior, y gracias a las lamas de madera que protegen del sol, los propietarios han podido habilitar un jardín con plantas aromáticas.
La cocina, que comunica también con el exterior, resalta por su colorido. Pues al rojo intenso de los muebles se le suma una puerta de metracrilato verde que potencia su luminosidad gracias a la luz del exterior.
Junto a ella se sitúa un patio que visualmente comunica ambos extremos de la casa: desde el porche de entrada hasta la parte posterior.
En total, la finca cuenta con 172 metros cuadrados entre vivienda y parcela, aunque sobre todo dispone de una gran zona exterior donde se han dispuesto zonas de juego y de descanso además de unas duchas exteriores.
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